domingo, 12 de febrero de 2012

COMO TE DICEN? STEPHEN KING?

Mirada al frente, su cuerpo caminaba por inercia, como si fuera una maquina programada para dar un paso a la vez, su mente estaba totalmente en blanco, su rostro no demostraba ningún tipo de emoción ni nada que se le parezca,  su ropa estaba peculiarmente elegante, con un ligero aroma a vainilla. La gente le era indiferente al igual que él lo era para la gente, como si no importara, como si fuera un simple decorado, aunque su mente estaba en blanco existía a lo lejos, muy lejos, en lo mas profundo de su razonamiento, un motivo, una razón, que no llegaba a definirse por completo, pero él caminaba por esa razón, no le importaba ya recordar cual era, simplemente debía caminar y llegar a las 10:00 en punto, no podía permitirse ser impuntual, era una ocasión especial, no todo los días se reencuentra uno con su amada esposa.
   De repente se perdió de la realidad bruscamente, ahí estaba ella, solo a unos metros, completamente fina, era la imagen de la perfección misma, cada mínimo detalle de su aspecto estaba inquietamente alineado, él se freno, se tomo unos segundos para mirarla a los ojos, no hacia falta ni la mas mínima palabra, ya no era necesario, no había dudas, no había complejos, no había absolutamente mas nada que importe, mas que ella y el juntos. Ella toma su mano, los dos hacen una pequeña mueca, una sonrisa diminuta pero con mas alegría y felicidad que cualquier carcajada imaginable.
   A las pocas horas, una mujer avisa al 911 que había un hombre muerto sentado en el banco de la plaza. La investigación descrubre: Suicidio por envenenamiento.

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